El espíritu que originó el mal y su manifestación hoy

EL ESPÍRITU QUE ORIGINÓ EL MAL Y SU MANIFESTACIÓN HOY

  --{2LO28 12.1}

TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF

MINISTRO DE LOS D. ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA

EL SÁBADO, 21 DE FEBRERO DE 1948

CAPILLA DEL MONTE CARMELO

WACO, TEXAS

   --{2LO28 12.2}

Nuestro texto se encuentra en Isaías, capítulo 2, versículo 22. --{2LO28 12.3}

Isa. 2:22 – “Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es él estimado?”

--{2LO28 12.4}

En este versículo de la Escritura Dios recomienda que nos dejemos del hombre. Y la razón que se da es que el aliento del hombre está en su nariz; porque sin aliento él es sólo una masa de barro, y por lo tanto sin valor. Él no es Dios. --{2LO28 12.5}

La súplica no habría sido hecha si el pueblo no estuviera poniendo su confianza en el hombre en lugar de Dios para su salvación; es decir, en lugar de hacer lo que los nobles bereanos hicieron, estudiar para saber si “estas cosas eran así,” el pueblo de Dios está dando atención a lo que otros piensan o dicen. Ellos están haciendo hoy lo que cientos de miles estaban haciendo en los días de Jesús: confiando en las opiniones de sus doctos sacerdotes, escribas y rabinos. Al dar los judíos oído a los rumores en lugar de ocuparse en una investigación personal y experiencia propia con la fuente de verdad es, por lo tanto, la mismísima cosa que crucificó al Señor. --{2LO28 12.6}

¿Y dónde supone usted que se originó semejante confianza en el hombre? – Con frecuencia pensamos que ese mal se originó con Eva cuando comió el fruto prohibido. Pero el hecho es que ese mal ya existía antes que Eva vino en contacto con él. Leamos del profeta Isaías: --{2LO28 13.1}

“¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo” Isa. 14:12-15. --{2LO28 13.2}

Entendemos que el nombre de Satanás antes que él pecara era Lucifer, y que él pecó antes que Eva pecara, que él estaba personificado en la serpiente que engañó a Eva. Por lo tanto consideraremos el pecado en el cielo antes de considerarlo en la tierra. --{2LO28 13.3}

Se nos dice que Satanás no era el único pecador en el cielo porque con él fue arrojada del cielo una tercera parte de la hueste angélica (Apoc. 12:4). Éstos fueron arrojados del cielo porque dieron atención a las palabras de Lucifer, a un hombre en el cielo, en lugar de dar atención a la palabra de Dios. Esta fue la caída de los ángeles. Lucifer mismo cayó cuando aspiró ser como Dios. --{2LO28 13.4}

Estos dos pecados –confiar en el hombre y desear exaltar el yo todavía son los principales elementos del pecado ahora aquí en la tierra. Esto fue la piedra de tropiezo de Eva y, para muchos aún hoy día, esto es todavía la piedra de tropiezo. No, no solamente el apetito fue la causa de la caída de Eva. La serpiente no dijo, “Debes comer de esta fruta porque es maravillosa, más deliciosa que cualquier otra fruta en el jardín de Dios.” Sino que dijo: “Sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” Gén. 3:5. --{2LO28 13.5}

Por supuesto que la fruta le atrajo a ella, pero ella fue tentada por la idea de tener la oportunidad de ser exaltada al trono de Dios, de ser exaltada a la misma posición a la cual Lucifer mismo aspiró. Lucifer debe haber creído honestamente que él sería como Dios si los ángeles en el cielo y los hombres en la tierra tomarían órdenes sólo de él. --{2LO28 14.1}

Y así vemos que el diablo engañó a Eva en el mismo terreno que se engañó a sí mismo y a sus ángeles, la única diferencia es que él hizo que Eva comiera del fruto que él mismo y sus ángeles no comerían. Por consiguiente, Eva también pecó contra su ser físico, llevando a éste, algo que no fue creado para comer, y por consiguiente murió. Pero Satanás y sus ángeles todavía viven. --{2LO28 14.2}

Este mismo tropiezo, el deseo de exaltar el yo, ha predominado por todas las edades, y predomina hoy. No, no estoy haciendo declaraciones imprudentes y vacías. Tengo los hechos para respaldar mis palabras. Por ejemplo, en los días del Movimiento del Éxodo fueron Coré, Datán y Abiram que aspiraron al cargo de Moisés y Aarón como Lucifer aspiró al trono de Dios, las posiciones más altas que ellos pudieron haber codiciado. ¿Y no cayó Lucifer por querer estar por encima de todos los otros por nada más que exaltar el yo? ¿Y no fue verdad lo mismo de la caída de Coré, Datán y Abiram? --{2LO28 14.3}

Hoy vemos el mismo clamor por posición aún en nuestras propias iglesias. Recordemos que los cargos de los ancianos de Iglesia, los directores de Escuela Sabática, secretarias, pianistas, y otros cargos semejantes de la iglesia, no tienen compensación monetaria. Pero a pesar de ello, cada año en la mayoría de las iglesias, hasta donde he podido observar, hay un clamor y una disputa de hombres y mujeres por uno o más de estos cargos. Puesto que no hay remuneración monetaria por tales servicios, entonces ¿cuál es la inquietud sino meramente por exaltación propia, si no por el propósito de ser visto como alguien? --{2LO28 15.1}

Vemos entonces que el mismo clamor por auto-promoción que existió con Lucifer, con Eva y con otros a través de las edades, existe hoy. Vemos que mi declaración es respaldada por hechos actuales. Además, si tal es el caso con los que no reciben consideración monetaria por sus servicios, entonces ¿qué podría ser el caso con los que son bien pagados? Puede contestar esta pregunta por sí mismo a su propia satisfacción. --{2LO28 15.2}

Claramente, uno que aspira a una posición simplemente por exaltación propia, especialmente cuando semejante cargo sostiene responsabilidades religiosas como lo hace un cargo de iglesia, al tal no se le debería dar ni siquiera consideración. Y si ya tiene un puesto de responsabilidad, debería ser relevado de él, porque semejantes líderes altivos están ciegos espiritualmente y atraen multitudes a sí mismos como hizo Lucifer atrayendo a los ángeles a sí mismo y a la condenación. --{2LO28 15.3}

Además, esta clase de líderes –muertos para Cristo y vivos para sí mismos, por regla general les encanta hacer ostentación, y aún exagerar sus hazañas religiosas. Por lo tanto los tales deben ser tildados como buscadores de discípulos inspirados por Satanás. Esta clase de hombres por naturaleza son ingeniosos. Se las arreglan para ganar la confianza del pueblo por el mismo método con que los sacerdotes y rabinos en el tiempo de Jesús engañaron a la nación: Oraban donde podían ser vistos; demudaban sus rostros para parecer que estaban ayunando; lo hicieron su negocio para divulgar por todas partes cualquier bien que hacían; eran expertos para hacerse parecer muy religiosos, piadosos, filantrópicos y justos. --{2LO28 16.1}

Multitudes son todavía cautivados por semejantes así llamados hombres buenos, y multitudes incuestionablemente aceptan sus decisiones como si fueran las decisiones de Dios. Recuerde que la Inspiración amonesta contra los tales, “Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es él estimado?” Isa. 2:22. --{2LO28 16.2}

Para que estos adoradores de hombres sean aún vistos de una manera más realista, permítanme decirles algo: Miles nos han aconsejado retractarnos si el Presidente de la Conferencia General no ve luz en nuestras enseñanzas –si él no ve luz en nuestro reavivamiento y reforma entre el pueblo de Dios. Ellos parecen tan sinceros en esto como fueron los judíos que confiadamente tomaron partidos contra Jesús ¡haciendo las decisiones del sumo sacerdote sus propias decisiones! --{2LO28 16.3}

Su deseo de que nos retractemos “si el presidente no ve luz,” muestra que están copiando a los judíos antiguos, en lugar de mirar el asunto por sí mismos, con confianza en el Espíritu de Dios para mostrarles personalmente lo que es la Verdad; ellos tienen confianza absoluta en el hombre, ¿en cuál hombre? ¡“el presidente” les dice! --{2LO28 16.4}

¿No estaba este mismo espíritu en los corazones de los hombres que rechazaron y crucificaron al Señor? Obviamente esta clase de personas no es guiada por la Verdad sino por hombres de posición. Los tales nunca preguntan, “¿es esto Verdad?” sino “¿quién la apoya?” y si no viene del canal a través del cual ellos quisieran que viniera, entonces, por supuesto, la Verdad es rechazada. --{2LO28 17.1}

Nunca se detienen a pensar que Dios no está tomando órdenes de ellos; que ellos no están escogiendo los siervos de Dios por Él y que el presidente de la Conferencia General fue elegido por hombres, no por su autoridad en las Escrituras, sino por su habilidad para ordenar; que la Verdad nunca se ha originado aún por medio de él, que cualquier verdad bíblica que él ha aprendido es sólo la que los hombres inspirados de Dios le han enseñado. Por lo tanto, los laicos nunca tuvieron necesidad más grande de dejarse del hombre como la que tienen hoy día. Y si no se reforman, que Dios tenga piedad de ellos. --{2LO28 17.2}

Sin embargo recordemos que ellos están haciendo esta insensatez sólo porque el ministerio los ha entrenado, solamente porque algunos ministros están ligados con el espíritu que estaba en Coré, Datán y Abiram cuando ellos aspiraron a la posición de los profetas, aunque Dios no los haya comisionado como tales. --{2LO28 17.3}

Por consiguiente, también cuando un predicador comienza a difundir sus buenas obras y logros, junto con sus experiencias religiosas; también cuando un predicador se frota los ojos y se sopla su nariz innecesariamente mientras predica y se esfuerza por hacer que su audiencia empiece a llorar; –cuando vea estas cosas en un predicador, sepa con certeza que él está estirando la lana sobre los ojos de sus oyentes, que hay algún propósito. Digo yo, cuando usted vea a un predicador haciendo estas cosas, él está pretendiendo conseguir su apoyo para algo del suyo propio. ¡Mucho cuidado! --{2LO28 17.4}

Usted puede recorrer toda la Biblia, y le aseguro que no encontrará una de estas cosas practicada por cualquiera de los profetas. Ellos nunca pretendieron entristecer al pueblo de Dios, sino siempre regocijarse en el Señor. --{2LO28 18.1}

Tomemos por ejemplo a Jesucristo. Su obra, su misión, fue más grande e importante que cualquiera antes o después de Él. Él tenía experiencia religiosa que era digna de decir, y si tal procedimiento hubiera sido beneficioso en la obra de salvación, ciertamente Él hubiera tomado ventaja de ello. Sin embargo, en lugar de predicar de sí mismo, Él predicó la Verdad. Nunca trató de persuadir a alguien por medio de hablar de sí mismo. Simplemente habló de la verdad bíblica y le dio a Dios el crédito y no a sí mismo. Y si alguien puede predicar arrepentimiento y amor, Él pudo, pero nunca trató de jugar con las emociones de su audiencia, nunca trató de hacerlos llorar sobre ninguna cosa. --{2LO28 18.2}

Además, ninguno, incluyendo a nosotros mismos, alguna vez ha aceptado los escritos de los profetas en los méritos de su bondad, su educación o su experiencia personal religiosa. Ellos no escribieron nada con respecto de sí mismos y nada para sostener su oficio. Todos los que los han aceptado, lo han hecho en los méritos de sus propios escritos. Eso es todo. Ellos nunca trataron de ganar conversos por lo que ellos mismos eran o no eran. ¿No están teniendo ellos éxito hasta este día? ¿Y no es detrás de la Verdad de Dios que debemos estar? Los judíos pedían señal y los griegos sabiduría, pero el pueblo de Dios hoy está pidiendo tanto señales como sabiduría, en lugar de la Verdad. --{2LO28 18.3}

Por lo tanto, nunca olvidemos que el espíritu de exaltación propia originó todo el mal que vemos hoy, y que está obrando con más fuerza más que nunca antes. No debemos dar al dragón una oportunidad de atraparnos y arrojarnos a la ruina con la “tercera parte de los ángeles” que se agarraron de su cola y no pudieron soltarse de ella. Siempre recordemos que – --{2LO28 19.1}

La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y el Señor sólo será exaltado en aquel día.” Isa. 2:11. --{2LO28 19.2}