El éxodo de hoy
EL ÉXODO DE HOY
Texto de la Alocución por V. T. Houteff, Ministro de los Davidianos Adventistas del Séptimo Día --{1LO16 22.1}
El Sábado, 23 de noviembre de 1946 Capilla del Monte Carmelo --{1LO16 22.2}
Esta tarde estudiaremos Zacarías 8. La primera cosa que necesitamos saber en el estudio de este capítulo es si sus promesas son hechas al pueblo del tiempo de Zacarías o al pueblo de nuestro tiempo. Para saber esto necesitamos leer algunos versículos salteados. Comencemos con Zac. 8:7, 8 – “Así ha dicho el Señor de los ejércitos: He aquí, yo salvo a mi pueblo de la tierra del oriente, y de la tierra donde se pone el sol; y los traeré, y habitarán en medio de Jerusalén; y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios con verdad y en justicia.” --{1LO16 22.4}
En estos versículos vemos que Dios promete salvar a su pueblo no de la tierra de la Babilonia antigua, donde Zacarías estaba entonces, sino del este y del oeste para traerlos a Jerusalén. Ellos han de ser su pueblo no en virtud de su linaje o alguna otra cosa, sino en verdad y en justicia. Ahora, puesto que la promesa en estos versículos no encontró su cumplimiento en los días de Zacarías, ni en ningún tiempo después de éste, resulta evidente que debe tener su cumplimiento alguna vez en el futuro. Leamos - --{1LO16 22.5}
Zac. 8:13 – “Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición. No temáis, más esfuércense vuestras manos.” --{1LO16 22.6}
Además de prometer salvar a su pueblo del este y del oeste, el Señor promete también salvar la casa de Judá y la casa de Israel –los dos reinos antiguos esparcidos. Ustedes saben bien que el reino de las diez tribus constituía a Israel, y puesto que estos dos reinos nunca han sido aún unidos y traídos a Jerusalén, hay solo una conclusión lógica que alcanzar: Que las promesas en este capítulo han de ser cumplidas en el tiempo en que sea “congregado el pueblo” de los cuatro confines de la tierra, y con este tremendo propósito y magna obra a la vista, el Señor espera que nuestras manos sean “fortalecidas.” Enseguida leamos – --{1LO16 23.1}
Zac. 8:20-22 – “Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Aún vendrán pueblos, y habitantes de muchas ciudades; y vendrán los habitantes de una a otra, y dirán: Vamos a implorar el favor del Señor, y a buscar al Señor de los ejércitos. Yo también iré. Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar al Señor de los ejér- citos en Jerusalén, y a implorar el favor del Señor.” --{1LO16 23.2}
Puesto que sabemos que ninguna nación aparte de la nación judía en los tiempos del profeta Zacarías ha venido a buscar al Señor y a adorar delante de Él en Jerusalén, no hay otra alternativa que la de admitir que la profecía de Zacarías ocho pertenece al pueblo en el tiempo de la siega final, en el tiempo de la recolección. --{1LO16 23.3}
Habiendo completado el análisis del tiempo en que este capítulo tiene su cumplimiento, estoy se- guro de que podemos ahora estudiar la profecía en sí misma con mucho más grande interés que si lo hubiéramos hecho de otra manera. Comenzaremos con: --{1LO16 23.4}
Zac. 8:6 – “Así dice el Señor de los ejércitos: Si esto parecerá maravilloso a los ojos del remanente de este pueblo en aquellos días, ¿también será maravilloso delante de mis ojos? dice el Señor de los ejércitos.” --{1LO16 24.2}
Solamente porque el cumplimiento de esta profecía pueda parecer demasiado maravilloso e imposible, ¿debe parecer imposible para el Señor también? Verdaderamente no. --{1LO16 24.3}
Zac. 8:7, 8 – “Así ha dicho el Señor de los ejércitos: He aquí, yo salvo a mi pueblo de la tierra del oriente, y de la tierra donde se pone el sol; y los traeré, y habitarán en medio de Jerusalén; y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios en verdad y en justicia.” --{1LO16 24.4}
Zacarías predice la congregación de los santos que son recogidos de entre todas las naciones y traídos a la iglesia de Dios, purificada y llena de la Verdad –el Reino, (exactamente como lo enseña la parábola de la siega, donde sólo el trigo ha de ser puesto en el granero –iglesia). Allí en el “Monte Santo del Señor” no habrá mezcla de santos y pecadores. --{1LO16 24.5}
Zac. 8:9 – “Así ha dicho el Señor de los ejér- citos: Esfuércense vuestras manos, los que oís en estos días estas palabras de la boca de los profetas, desde el día que se echó el cimiento a la casa del Señor de los ejércitos, para edificar el templo.” --{1LO16 24.6}
Aquí el consejo de Dios es que fortifiquemos nuestras manos y seamos estables. --{1LO16 24.7}
Nosotros también debemos oír las palabras de los profetas y aunque no estamos edificando el templo como lo hacían ellos, con todo es la única forma en la cual la obra puede prosperar. No nos conviene cerrar nuestros oídos a lo que dicen los profetas ni permanecer en una actitud descuidada e indiferente. --{1LO16 25.1}
Zac. 8:10-12 – “Porque antes de estos días no ha habido paga de hombre ni paga de bestia, ni hubo paz para el que salía ni para el que entraba, a causa del enemigo; y yo dejé a todos los hombres, cada cual contra su compañero. Mas ahora no lo haré con el remanente de este pueblo como en aquellos días pasados, dice el Señor de los ejércitos. Porque habrá simiente de paz; la vid dará su fruto, y dará su producto la tierra, y los cielos darán su rocío; y haré que el remanente de este pueblo posea todo esto.” --{1LO16 25.2}
Cuán agradecidos y gozosos debemos estar que los días de nuestra aflicción están casi terminados, que si ahora oímos a sus profetas y nos disponemos para trabajar, el Señor nos asegura paz y prosperidad. Esto puede ser nuestro dentro de poco si resueltamente nos aferramos a la Verdad y de esta manera al Señor. --{1LO16 25.3}
Zac. 8:13 – “Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición. No temáis, mas esfuércense vuestras manos.” --{1LO16 25.4}
Aunque hemos sido grandes pecadores y una maldición en alto grado entre los gentiles, con todo, mucho mayor serán nuestras bendiciones si le permitimos que Él nos las dé. Nuestras manos deben ser fuertes para apresurar ese día feliz. --{1LO16 25.5}
Zac. 8:14, 15 – “Porque así ha dicho el Señor de los ejércitos: Como pensé haceros mal cuando vuestros padres me provocaron a ira, dice el Señor de los ejércitos, y no me arrepentí, así al contrario he pensado hacer bien a Jerusalén y la casa de Judá en estos días; no temáis.” --{1LO16 25.6}
Una y otra vez se nos asegura que así como su pueblo ha sido castigado en gran manera, así de grande será su gozo y consuelo ahora en el tiempo de la cosecha. --{1LO16 26.1}
Zac. 8:16 – “Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas.” --{1LO16 26.2}
A cada uno de nosotros se nos amonesta enseñar la Verdad a su prójimo y hacer lo que viene a la mano. Hemos de ejecutar juicio de verdad en lugar de malgastar aliento y tiempo hablando de los pecados de otros, no sea que fracasemos en ver la gran “viga” en nuestros propios ojos. Como instruye la escritura, hablemos la Verdad, ejecutemos juicio y paz en nuestros hogares y en nuestro medio. Nunca debiéramos entretenernos con los asuntos de otras personas. Mejor será que hagamos todo lo posible por atender nuestros asuntos. --{1LO16 26.3}
Zac. 8:17 – “Y ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra su prójimo, ni améis el juramento falso; porque todas estas son cosas que aborrezco, dice el Señor.” --{1LO16 26.4}
De todas estas cosas que los cristianos necesitan aprender, la más urgente es: Que deben ser honestos consigo mismos y con los demás, que siempre deben hablar la verdad y que cesen de pensar mal el uno contra el otro. Cuando repitan lo que han oído decir, recuerden que pueden estar hablando falsedad, en todo o en parte. Esto no lo deben hacer porque “no entrará en ella [en la ciudad] ninguna cosa. . . que hace mentira.” Apoc. 21:27. El hablar mal y el formar malos juicios o conjeturas son cosas que el Señor aborrece. --{1LO16 26.5}
Zac 8:18, 19 – “Vino a mí palabra del Señor de los ejércitos, diciendo: Así ha dicho el Señor de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo, se convertirán para la casa de Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz.” --{1LO16 27.1}
Estos antiguos ayunos típicos se tornarán en fiestas de gozo y alegría. --{1LO16 27.2}
Zac. 8:22 – “Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar al Señor de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor del Señor.” --{1LO16 27.3}
Es interesante imaginarse lo extenso de la Verdad de Dios como está escrita en este capítulo: Primero un individuo habla la Verdad a otro individuo, luego una ciudad la comunica a otra ciudad y, finalmente una nación poderosa invita a otra nación a que se unan al Señor. Y así continuará la siega hasta que la obra del evangelio sea terminada, hasta que el pueblo fiel de Dios esté a la mano derecha del Señor (en el Reino), y los hipócritas juntamente con los paganos estén a su mano izquierda (en el mundo condenado de los gentiles listo para perecer). --{1LO16 27.4}
Zac. 8:23 – “Así ha dicho el Señor de los ejércitos: En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros.” --{1LO16 27.5}
Es lógica la conclusión de que los diez hombres de todas las lenguas de las naciones en el tiempo de esta gran recolección son figurativos de un grupo de gente (la iglesia liberada de la cizaña en el tiempo de la cosecha), así como las diez vírgenes (Mat. 25:1) son simbólicas de la iglesia mientras la cizaña todavía está mezclada con el trigo. Los diez siervos (Luc. 19:13), y los diez cuernos (Apoc.12:3; 17:3), son números de universalidad. Estos diez hombres hablarán todas las lenguas como lo hicieron los apóstoles en el día del Pentecostés. --{1LO16 27.6}
Es claro que el “judío” de cuya falda tomará el pueblo debe ser uno por cuyo medio el Señor está trabajando para revelarse a sí mismo y su Verdad al pueblo. Habiendo descubierto este hecho, naturalmente ellos dirán “iremos con ustedes porque hemos oído que Dios está con ustedes.” Este tal judío en particular, por supuesto, no puede ser de los judíos identificados actualmente; más bien, él debe ser descendiente de los judíos cristianos tal vez de aquellos que en la edad apostólica perdieron su identidad al llamarse cristianos (Hechos 11:26). O también pueden ser descendientes de cualquiera de los judíos que fueron llevados de su patria, esparcidos entre las naciones y asimilados por ellas y luego convertido al cristianismo. --{1LO16 28.1}
“Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa. Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que el Señor alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aun quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar. Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra. . . Y habrá camino para el remanente de su pueblo, el que quedó de Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto.” Isa. 11:10-12, 16. --{1LO16 28.2}
Es claro que el “judío” de cuya falda tomará el pueblo debe ser uno por cuyo medio el Señor está trabajando para revelarse a sí mismo y su Verdad al pueblo. Habiendo descubierto este hecho, naturalmente ellos dirán “iremos con ustedes porque hemos oído que Dios está con ustedes.” Este tal judío en particular, por supuesto, no puede ser de los judíos identificados actualmente; más bien, él debe ser descendiente de los judíos cristianos –tal vez de aquellos que en la edad apostólica perdieron su identidad al llamarse cristianos (Hechos 11:26). O también pueden ser descendientes de cualquiera de los judíos que fueron llevados de su patria, esparcidos entre las naciones y asimilados por ellas y luego convertido al cristianismo. --{1LO16 29.1}
“Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa. Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que el Señor alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aun quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar. Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra. . . Y habrá camino para el remanente de su pueblo, el que quedó de Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto.” Isa. 11:10-12, 16. --{1LO16 29.2}
De esta manera será la reunión de la gente en el éxodo final de hoy. --{1LO16 30.1}
Con esto termina el capítulo ocho de Zacarías, y ahora hagamos un resumen que determine lo que hemos aprendido en esta profecía: --{1LO16 30.2}
Lo primero y más importante de todo, es que hemos aprendido que estas profecías tienen que ser cumplidas en nuestro tiempo y que muy pronto cosas maravillosas han de acontecer; que en un tiempo el Señor se vio obligado a abandonar a Jerusalén y a esparcir a su pueblo por todo el mundo, pero ahora el Señor ha de volver y juntar a sus elegidos de los cuatro confines de la tierra; que Jerusalén será llamada ciudad de Verdad y de gozo –no habrá allí temores, ni accidentes, ni tristeza; que el pueblo de Dios gozará de paz y prosperidad; que todos deben hablar bien de todos; no más perderán el tiempo ni su aliento en hablar de las faltas de otros; que nunca se ocuparán de los asuntos de los demás; que se dedicarán a sus propios negocios y ejecutarán juicio y paz en sus hogares; que la Verdad de Dios se extenderá rápidamente; primero un individuo hablando la Verdad a otro, luego una ciudad comunicando a otra ciudad y finalmente una nación fuerte ha de invitar a otra nación para unirse al Señor. --{1LO16 30.3}
Estoy de acuerdo con ustedes en que estas promesas parecen increíbles y aún fantásticas. Pero entre más parezcan serlo, más brillante será el cumplimiento en perspectiva, porque Dios no hace cosas que parecen posibles para el hombre, sino hace cosas que al hombre parecen completamente imposibles. Piensen en la obra maravillosa de Dios en el Movimiento del Éxodo: cuando Él los sacó de Egipto, mientras ellos marchaban por el Mar Rojo, por el desierto y por el Jordán. Él hizo descender maná del cielo y lo siguió haciendo por cuarenta años. ¡Visualicen, si pueden, a los esclavos de Faraón llegando a ser profetas, sacerdotes y reyes! Piensen en los tres hebreos que estaban confortablemente en medio del horno de fuego ardiente; en Daniel en el foso de los leones; en la victoria de Mardoqueo sobre Amán; en la victoria de David sobre el gigante; en José alimentando al mundo; en Moisés sobreviviendo en el Nilo; en Sansón derribando las columnas del templo solamente con sus manos. Son incontables las maravillas que el Dios Todopoderoso ha obrado con su mano a través de todas las edades. Todos estos libramientos y muchos otros eran absolutamente imposibles para el hombre, pero muy posibles para Dios. Estos milagros poderosos nos ponen cara a cara con el hecho de que Dios está en los asuntos de hacer “posibles” los “imposibles.” Por esto, “esfuércense vuestras manos, los que oís en estos días estas palabras” del Señor. --{1LO16 30.4}